Era el 2012, ya había tomado la decisión de hacer fotos _en serio_ y cargaba mi pesada cámara por doquier. Decidimos ir a Arequipa, en la que yo ya había estado en los noventas, pero esta vez era diferente, tendría tiempo para retratarla a mi gusto. Arequipa siempre me ha parecido fascinante por varias razones: Porque me permite vestir de diferentes maneras dependiendo del momento del día y en ese momento de mi vida en que empezaba a explorar _en serio_ la ropa cual lienzos caminantes, me era aún más porque sentía como podía pasear por la ciudad como si fuera Europa (al menos así lo recuerdo). Mochila a la espalda, vestido y zapatillas (o ballerinas). Iba yo captando sus monumentos de sillar, sus flores, sus rincones, el arte religioso y por último sus atardeceres. Han sido de mis días favoritos de explorar una ciudad (sobre todo por el sol cayendo sobre el nevado, es mágico).
Nada sabía yo de volver cuatro años después a mostrar una colección que plasmara esas fotografías en indumentaria.
La pasarela como siempre, tiene la magia de presentar en minutos el trabajo de meses _ en este caso, años_ y con ello la emoción desbordante de lo nuevo, que ahora gracias a los medios digitales puede ser una ventana al mundo.
Para mí, el hecho de hacer un homenaje a cada ciudad (algo que no fue planificado, pero que de manera natural se va dando en mi trabajo), guarda la magia de procesar mi trabajo a través de plasmar un espacio, un determinado tiempo, una identidad, un concepto determinado. La ropa adquiere sabores, sentimientos, evoca colores, se convierte en algo más que meramente ropa.
Este es un proceso que no esperaba _ quizá_ pero que me alegra de sobremanera se vaya dando. Como decía Flaminio Soncini de mi trabajo, es tener identidad marcada, pero plasmando el alma universal.
Mi trabajo no sería lo que es, sino habría vuelto a mi país a estudiar Antropología. La antropología me ayudó a ver a mi país con ojos de afuera, pero a entenderlo por dentro, a adentrarme en su corazón, a escarbar en su alma, a comprenderlo, a comprenderme a mí misma.
Para mí, ya no es una fascinación sesgada de alguien que ve su país con ojos de amor porque es lo único que conoce. Más bien, son ojos de un amor maduro que vuelve, que sabe que existe un mundo hermoso también allá afuera y que a la vez reconoce todo lo maravilloso que tiene, todo lo que tenemos por explorar, por reinventar.
Me es fascinante este trabajo fotográfico, antropológico, artístico, porque no soy solo yo, somos un equipo conformado por artesanas, costureras, diseñadores, fotógrafos, estudiantes de todo tipo trabajando, siendo protagonistas _directa o indirectamente_ de este proyecto, pero sobre todo, construyendo una nueva identidad (un tema favorito de nosotros los Peruanos de estos tiempos). Transformando lo que somos. Para mí, este trabajo no sería nada sino conllevara la transformación… la trasformación que va por dentro y que un día formará parte de nuestra historia, de nuestro pasado que hoy es presente y de nuestro presente que es el futuro.
Los abrazo con el corazón y les entrego “Arequipa Atemporal” <3.
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