Era el 2012, ya había tomado la decisión de hacer fotos _en serio_ y cargaba mi pesada cámara por doquier. Decidimos ir a Arequipa, en la que yo ya había estado en los noventas, pero esta vez era diferente, tendría tiempo para retratarla a mi gusto. Arequipa siempre me ha parecido fascinante por varias razones: Porque me permite vestir de diferentes maneras dependiendo del momento del día y en ese momento de mi vida en que empezaba a explorar _en serio_ la ropa cual lienzos caminantes, me era aún más porque sentía como podía pasear por la ciudad como si fuera Europa (al menos así lo recuerdo). Mochila a la espalda, vestido y zapatillas (o ballerinas). Iba yo captando sus monumentos de sillar, sus flores, sus rincones, el arte religioso y por último sus atardeceres. Han sido de mis días favoritos de explorar una ciudad (sobre todo por el sol cayendo sobre el nevado, es mágico).

Chompa de alpaca, falda Misti, zapatos de cuero – Arequipa Atemporal